miércoles, 26 de enero de 2011

Carlos Zugasti. "Las Canicas".

Las canicas llenabolsillos de niños

Carlos Zugasti

Las canicas: ese juego que aprendimos jugando de rodillas o en cuclillas seria el mundo esférico integrado por retos, audacias, vehemencia y tramperías que veríamos más tarde en la vida misma

El aparentemente inocente del juego de las canicas fue siempre importante, para los que hoy son adultos o adultos mayores.

Hace décadas esta actividad en donde los participantes estábamos la mayor parte del tiempo al nivel del suelo, a la orilla de la escarpa o de la banqueta, en la azotehuela de la abuela, y muchas veces en el terrado cercano a la vecindad.

Aunque muchos de los dilectos que no se querían ensuciar lo hacían de pie o en cuclillas, y tiraban de pie.

El espacio para jugar debía de ser plano, de tierra compactada y generalmente era un espacio abierto, ya fuese en la banqueta misma, o en la orilla de la calle.

Cuando jugábamos sobre las rodillas tirabámos de huesito es decir poniendo la canica entre la falange del pulgar doblado y la parte de la huella del índice, otra forma de tirar era de uñita en la que se colocaba la canica entre la uña del pulgar y el hueco formado por la curva del índice. Eso sí en cualquiera de estas formas la regla prohibía que se pushara__anglicismo ramplón__ o que se empujase al tirar la canica, es decir no se debería mover el brazo hacia delante porque se ganaba indebidamente espacio o la canica salía con mayor velocidad. Otra de las reglas era la de chiras pelas, que no era otra cosa que efectuar una carambola al pegarle al contendiente y a otra canica. Esta norma siempre suscitaba discusiones o se zanjaba y se repetía la tirada regresando las canicas a su lugar. Aquí ganaba la discusión el que más gritaba o el que era el más fuerte.

Otra de las sanciones o reglas era tirar desde la rodilla, es decir apoyar la mano sobre la rodilla y desde allí tirar, también se mencionaba al iniciar el juego aquello de pinto mi raya, que denostaba una marca en el suelo para marcar límites a algo. Sin duda de allí salió aquella mención que hacían los merolicos o los payasos al iniciar su arenga o espectáculo y tal vez fue al contrario o se escuchaba aquel grito de a calacas que significaba que el contrario perdía que además implicaba que el juego termino. A veces después de tanto jugar se hacia un callo en el huesito o una erosión lastimosa en la uña.

Existían varios juegos como el hoyito, jugar al circulo o el cuadro.

El más común era el del hoyito en que se escogía un tramo de suelo y al final se horadaba un pequeño hoyo apenas de dimensión para una canica. Los tradicionalistas se paraban en la raya del inicios y gritaban pinto mi raya y tiraban en dirección del hoy, luego tiraba el otro o los otros respetando turno y así sucesivamente. El objetivo era llegar al hoyito, colocar la canica que era lo importante porque al hacerlo se adquiría el poder de matar a los otros. La traigo, es decir ya puedo acosar a los contrincantes y con la canica tirar hacia las canicas y al pegar a otra canica se gritaba calacas o a calacas y el contrario pagaba lo apostado y salía del juego hasta que el poseedor del tiro mataba a los demás. En el juego podía haber más jugadores que llegasen a entrar al hoyito quien era entonces el que las traía.

Mas difícil eran el circulo o el cuadrado en el que ya no había agujero sobre el piso sino un circulo de mediana dimensión en cuya parte interna se colocaban las canicas según la apuesta. Las canicas las colocaba aquel que en el primer tiro quedaba más cerca del centro del círculo o dentro del centro del mismo. Luego juntaba en sus manos las canicas y las aventaba dentro del círculo, quedando estas desparramadas. El objetivo del juego era tirar la canica e irse acercando hacia la parte externa del círculo y desde allí tirar tratando de pegar a alguna de las canicas y sacarla del círculo sin quedarse la canica de uno dentro del redondel. Era un juego difícil pero fructífero si se tenia la fuerza para impulsar la canica y pegarle a otra y sacarla. El cuadrado era igual con excepción de que esta era más fácil por su dimensión y porque había mayor posibilidad de acercarse externamente y disparar desde los vértices.

Aparentemente las canicas eran casi iguales, pero no. Las diferenciábamos por su color:

Agüitas, las transparentes, ponches__de punch__que eran canicas no transparentes.

Siempre escogíamos alguna por su característica y allí aprendimos el fetichismo y esa canica era la preferida y era con la que jugábamos: era nuestro tiro. Estaban las ágatas que eran transparentes con algún adorno interno que en espiral embellecía la canica. Había otras con una estrella interna que eran muy apreciadas, estaban las galaxias, los ópalos, diablitos, las flamas, perlas, arco iris y un sin fin de nombres que los comerciantes colocaban con sus nombres en los puestos y en las tlapalerías. Normalmente en mi rumbo usábamos las agüitas y las canicas de barro, que muchas veces destruíamos para sacar la bolita interna que daba su origen de redondez. Estas canicas de barro eran de varios colores. Y aunque decíamos que eran canicas de barro en realidad se hacían con cemento tamizado finamente.

En la actualidad solo las encontramos en el Parían de Puebla, en Zacatecas o en algunos mercados de provincia. Las canicas diferentes a las agüitas no se elaboraban en México sino que provenían de Estados Unidos o de China…eran más caras que las nacionales.

Hoy uno de los mayores productores es sin duda Guadalajara, Jalisco que se da el lujo de importarlas al exterior por su precio, belleza y calidad. Menciono calidad porque una buena canica deber ser una pequeña circunferencia perfecta que muestre su belleza.

Pero para los niños la belleza era un valor subjetivo o de apreciación personal y a veces era la más importante porque era diferente, porque era rara o porque había contendido muchas veces, era ganadora ya estaba cacariza y se convertía en un fetiche.

Una de las característica del tiro, los tiritos se llamaban así porque no se trasparentaban tenían un color sólido o tenían un su centro un adorno que la hacía más pesada que otras y la fuerza de esta al golpear a otra la estrellaba. Su origen se remonta en los antiguos resquicios del tiempo ya que muchas canicas surgieron en las erupciones y quedaron enterradas. Después los hombres las utilizaron por su redondez para sus hondas y resorteras y sin duda estas piedras naturales se convirtieron en juego para los niños quienes aprovecharon su redondez para su entretenimiento..

Pocos niños hoy saben jugar aquellos juegos sus contiendas y reglas. Porque ya no es un juego pragmático, porque implica acciones, tiempo y el juego requiera de dos o más de dos niños y ahora no hay tiempo para esos juegos que entretenían a los ahora viejitos.

En otros países este adminículo de juegos ha sido merecedor de crear un museo, o son parte de los museos de vidrio de Italia, Alemania y Murano. Aquí hay canicas en museos sin ningún comentario o ficha enunciativa con excepción del Museo del Estanquillo, o en los anaqueles del Museo de vidrio soplado de Tlalpan.

Las canicas, cuicas, cuirias o pichas, ponches y tiritos son también adornos de estetas y romanticotes que corretean a la nostalgia.

Carlos Zugasti. "Las Canicas".

Las canicas llenabolsillos de niños

Carlos Zugasti

Las canicas: ese juego que aprendimos jugando de rodillas o en cuclillas seria el mundo esférico integrado por retos, audacias, vehemencia y tramperías que veríamos más tarde en la vida misma

El aparentemente inocente del juego de las canicas fue siempre importante, para los que hoy son adultos o adultos mayores.

Hace décadas esta actividad en donde los participantes estábamos la mayor parte del tiempo al nivel del suelo, a la orilla de la escarpa o de la banqueta, en la azotehuela de la abuela, y muchas veces en el terrado cercano a la vecindad.

Aunque muchos de los dilectos que no se querían ensuciar lo hacían de pie o en cuclillas, y tiraban de pie.

El espacio para jugar debía de ser plano, de tierra compactada y generalmente era un espacio abierto, ya fuese en la banqueta misma, o en la orilla de la calle.

Cuando jugábamos sobre las rodillas tirabámos de huesito es decir poniendo la canica entre la falange del pulgar doblado y la parte de la huella del índice, otra forma de tirar era de uñita en la que se colocaba la canica entre la uña del pulgar y el hueco formado por la curva del índice. Eso sí en cualquiera de estas formas la regla prohibía que se pushara__anglicismo ramplón__ o que se empujase al tirar la canica, es decir no se debería mover el brazo hacia delante porque se ganaba indebidamente espacio o la canica salía con mayor velocidad. Otra de las reglas era la de chiras pelas, que no era otra cosa que efectuar una carambola al pegarle al contendiente y a otra canica. Esta norma siempre suscitaba discusiones o se zanjaba y se repetía la tirada regresando las canicas a su lugar. Aquí ganaba la discusión el que más gritaba o el que era el más fuerte.

Otra de las sanciones o reglas era tirar desde la rodilla, es decir apoyar la mano sobre la rodilla y desde allí tirar, también se mencionaba al iniciar el juego aquello de pinto mi raya, que denostaba una marca en el suelo para marcar límites a algo. Sin duda de allí salió aquella mención que hacían los merolicos o los payasos al iniciar su arenga o espectáculo y tal vez fue al contrario o se escuchaba aquel grito de a calacas que significaba que el contrario perdía que además implicaba que el juego termino. A veces después de tanto jugar se hacia un callo en el huesito o una erosión lastimosa en la uña.

Existían varios juegos como el hoyito, jugar al circulo o el cuadro.

El más común era el del hoyito en que se escogía un tramo de suelo y al final se horadaba un pequeño hoyo apenas de dimensión para una canica. Los tradicionalistas se paraban en la raya del inicios y gritaban pinto mi raya y tiraban en dirección del hoy, luego tiraba el otro o los otros respetando turno y así sucesivamente. El objetivo era llegar al hoyito, colocar la canica que era lo importante porque al hacerlo se adquiría el poder de matar a los otros. La traigo, es decir ya puedo acosar a los contrincantes y con la canica tirar hacia las canicas y al pegar a otra canica se gritaba calacas o a calacas y el contrario pagaba lo apostado y salía del juego hasta que el poseedor del tiro mataba a los demás. En el juego podía haber más jugadores que llegasen a entrar al hoyito quien era entonces el que las traía.

Mas difícil eran el circulo o el cuadrado en el que ya no había agujero sobre el piso sino un circulo de mediana dimensión en cuya parte interna se colocaban las canicas según la apuesta. Las canicas las colocaba aquel que en el primer tiro quedaba más cerca del centro del círculo o dentro del centro del mismo. Luego juntaba en sus manos las canicas y las aventaba dentro del círculo, quedando estas desparramadas. El objetivo del juego era tirar la canica e irse acercando hacia la parte externa del círculo y desde allí tirar tratando de pegar a alguna de las canicas y sacarla del círculo sin quedarse la canica de uno dentro del redondel. Era un juego difícil pero fructífero si se tenia la fuerza para impulsar la canica y pegarle a otra y sacarla. El cuadrado era igual con excepción de que esta era más fácil por su dimensión y porque había mayor posibilidad de acercarse externamente y disparar desde los vértices.

Aparentemente las canicas eran casi iguales, pero no. Las diferenciábamos por su color:

Agüitas, las transparentes, ponches__de punch__que eran canicas no transparentes.

Siempre escogíamos alguna por su característica y allí aprendimos el fetichismo y esa canica era la preferida y era con la que jugábamos: era nuestro tiro. Estaban las ágatas que eran transparentes con algún adorno interno que en espiral embellecía la canica. Había otras con una estrella interna que eran muy apreciadas, estaban las galaxias, los ópalos, diablitos, las flamas, perlas, arco iris y un sin fin de nombres que los comerciantes colocaban con sus nombres en los puestos y en las tlapalerías. Normalmente en mi rumbo usábamos las agüitas y las canicas de barro, que muchas veces destruíamos para sacar la bolita interna que daba su origen de redondez. Estas canicas de barro eran de varios colores. Y aunque decíamos que eran canicas de barro en realidad se hacían con cemento tamizado finamente.

En la actualidad solo las encontramos en el Parían de Puebla, en Zacatecas o en algunos mercados de provincia. Las canicas diferentes a las agüitas no se elaboraban en México sino que provenían de Estados Unidos o de China…eran más caras que las nacionales.

Hoy uno de los mayores productores es sin duda Guadalajara, Jalisco que se da el lujo de importarlas al exterior por su precio, belleza y calidad. Menciono calidad porque una buena canica deber ser una pequeña circunferencia perfecta que muestre su belleza.

Pero para los niños la belleza era un valor subjetivo o de apreciación personal y a veces era la más importante porque era diferente, porque era rara o porque había contendido muchas veces, era ganadora ya estaba cacariza y se convertía en un fetiche.

Una de las característica del tiro, los tiritos se llamaban así porque no se trasparentaban tenían un color sólido o tenían un su centro un adorno que la hacía más pesada que otras y la fuerza de esta al golpear a otra la estrellaba. Su origen se remonta en los antiguos resquicios del tiempo ya que muchas canicas surgieron en las erupciones y quedaron enterradas. Después los hombres las utilizaron por su redondez para sus hondas y resorteras y sin duda estas piedras naturales se convirtieron en juego para los niños quienes aprovecharon su redondez para su entretenimiento..

Pocos niños hoy saben jugar aquellos juegos sus contiendas y reglas. Porque ya no es un juego pragmático, porque implica acciones, tiempo y el juego requiera de dos o más de dos niños y ahora no hay tiempo para esos juegos que entretenían a los ahora viejitos.

En otros países este adminículo de juegos ha sido merecedor de crear un museo, o son parte de los museos de vidrio de Italia, Alemania y Murano. Aquí hay canicas en museos sin ningún comentario o ficha enunciativa con excepción del Museo del Estanquillo, o en los anaqueles del Museo de vidrio soplado de Tlalpan.

Las canicas, cuicas, cuirias o pichas, ponches y tiritos son también adornos de estetas y romanticotes que corretean a la nostalgia.